lunes, 25 de marzo de 2013

La ciencia de los besos




Besar es todo un arte, pero también tiene su propia ciencia. Se llama filematología, y las últimas investigaciones en esta disciplina revelan que intercambiar saliva nos ayuda a escoger la pareja más adecuada.

Según explicaba la neurocientífica Wendy Hill durante una reciente reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), las sustancias químicas que contiene la saliva nos ayudan a evaluar a una posible pareja para decidir si es la más idónea. Además, besarnos reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y aumenta los niveles de oxitocina, siempre y cuando besemos a la persona adecuada.

Helen Fisher, profesora de antropología en la Universidad Rutger y experta mundial en la biología del amor, también ha analizado el papel del beso, y asegura que "besar es un poderoso mecanismo de adaptación" presente en más del 90% de las sociedades humanas. Sin olvidar, añade, que "los chimpancés y los bonobos se besan, los zorros se lamen sus hocicos entre sí, las aves se picotean y los elefantes ponen sus trompas en las bocas de los otros miembros de sus manadas".

En los humanos, el beso es fundamentalmente una cuestión química, según Fisher. La saliva masculina tiene testosterona y los hombres prefieren los besos húmedos porque ?inconscientemente intentan transferir testosterona para provocar el apetito sexual en las mujeres?, según la experta. Además, este tipo de besos podría ayudarles a "medir los niveles de estrógenos femeninos de su pareja, para hacerse una idea de su grado de fertilidad". En cuanto a las mujeres, el beso les sirve para detectar el estado del sistema inmune de su posible pareja y saber "cuánto se cuida".

Por otra parte, la antropóloga sostiene que existen tres sistemas cerebrales diferentes que evolucionaron en el Homo sapiens para permitir el emparejamiento y la reproducción. El primero es el deseo sexual alimentado por la testosterona, tanto en hombres como en mujeres. El segundo regula el amor pasional u obsesivo y parece estar vinculado a una actividad elevada de la dopamina, un estimulante natural. El tercero, que controla el apego y permite a una pareja permanecer unida suficiente tiempo como para criar hijos, está ligado a un nivel mayor de oxitocina. El beso, probablemente, permite que se estimulen esos tres sistemas, concluye Fisher.

martes, 19 de marzo de 2013

¿Es posible no enamorarse nunca?


A nivel biológico, el amor es fruto de un sano desequilibrio bioquímico. Los cerebros de los amantes están inundados de un neurotransmisor -molécula que lleva mensajes entre neuronas- llamado dopamina. Ésta se cuece en el sistema límbico, la parte del cerebro más involucrada en las emociones. Las personas con el sistema neuroendocrino bien ajustado tarde o temprano se enamoran. Es inevitable. Ahora bien, trastornos como la depresión y el autismo vienen de la mano de desajustes hormonales a nivel cerebral. Por ejemplo, una sobredosis de prolactina en el hombre y de andrógenos en la mujer alteran la capacidad afectiva. Lo mismo sucede con ciertos trastornos psicosomáticos, como la alexitemia.

lunes, 18 de marzo de 2013

¿Enamorarse surte el mismo efecto que una droga?



Hace unos años, la investigadora Lucy Brown, catedrática de neurociencia del Colegio de Medicina Albert Einstein de Nueva York, utilizó imágenes de resonancia magnética para estudiar el cerebro de 17 jóvenes que decían estar "recién y locamente enamorados". Observó que mirar la foto de la persona amada activaba tanto las neuronas del núcleo caudado como las del tegmento ventral, dos áreas cerebrales vinculadas al placer. Y comprobó que ambas áreas se inundaban de la hormona dopamina en el cerebro enamorado.

El resultado: una sensación muy similar al "subidón" que causan las drogas. Que, además, ayuda a que los enamorados se sienten cargados de energía, mucho más motivados y dispuestos a asumir riesgos.

martes, 12 de marzo de 2013

La "hormona del amor" combate el autismo



Los pacientes que sufren el síndrome de Asperger o trastornos de autismo de alto funcionamiento, a pesar de tener un coeficiente intelectual normal, muestran serias dificultades para manejarse en situaciones sociales. Raramente favorecen el contacto con otras personas, y nunca miran a los ojos de su interlocutor cuando mantienen una conversación. Además, sus niveles de oxitocina en sangre son bastante bajos.

Para comprobar la relación entre la hormona y el comportamiento de los autistas, Ángela Sirigu, del Centro de Neurociencia Cognitiva de Lyon (Francia) administró oxitocina inhalada a 13 pacientes. En sus experimentos comprobó que tras inhalar la oxitocina, popularmente conocida como "hormona del amor", la mayoría los autistas eran capaces de mantener durante largo tiempo el contacto visual cuando miraban fotografías de rostros humanos. Y que en juegos virtuales de pases de balón empezaban a procesar indicios sociales, y afirmaban sentirse "conectados" a los otros jugadores, algo de lo que antes eran incapaces.

Sirigu, que ha dado a conocer los resultados de su estudio en la revista PNAS, sugiere que los autistas podrían tener habilidades sociales "escondidas", y que el "empujón" de la oxitocina les ayudaría a expresarlas. Según la investigadora, esta hormona mejora la habilidad de las personas con autismo para entender cómo responden otros individuos ante ellos, y esto a su vez les permite aprender a responder adecuadamente en el contacto con los demás.

lunes, 11 de marzo de 2013

El amor nos hace más creativos



Un estudio realizado por los psicólogos Jens Förster, Kai Epstude y Amina Özelsel, de la Universidad de Amsterdan, revela que el amor cambia nuestro modo de pensar y potencia la creatividad. En concreto, los experimentos de Förster y su equipo muestran que el sentimiento amoroso favorece el procesamiento global de la información, que se realiza sobre todo en el hemisferio derecho del cerebro, potenciando el pensamiento creativo a la vez que inhibe el pensamiento analítico.

Según los investigadores, este efecto es opuesto al del deseo sexual, que incrementa el pensamiento analítico y reduce la creatividad. Los investigadores atribuyen estas diferencias a que el amor romántico requiere tener una perspectiva a largo plazo, mientras que el sexo prepara al cerebro para una perspectiva a corto plazo, "aquí y ahora".

jueves, 7 de marzo de 2013

La Pildora del AMOR



¿Podría una pastilla devolver la chispa a un matrimonio? ¿Sería posible materializar la famosa flecha de Cupido en una inyección? ¿Y crear una píldora para hacer desaparecer un amor no correspondido? Según afirma hoy en la revista Nature el investigador estadounidense Larry Young, del Centro Nacional de Primatología de la Universidad de Emory, descifrando los componentes químicos del amor podríamos "desarrollar fármacos que disminuyan o aumenten nuestros sentimientos hacia los demás".

Para estudiar las reacciones cerebrales implicadas en el amor, Young ha trabajado con roedores, que son un buen modelo para las relaciones humanas porque "crean relaciones de pareja de por vida y crían a los hijos juntos". Y ha demostrado que este comportamiento es fácil de cambiar químicamente. En concreto, si se coloca a una hembra de rata de campo junto a un macho inyectándole oxitocina -una hormona que se vincula a aspectos sociales y de cuidados en el cerebro-, se vinculará pronto a ese macho. Por el contrario, reducir los niveles normales de oxitocina provocará el absoluto rechazo de su pareja sin importar cuántas veces mantenga relaciones sexuales con él. En otras palabras, una sola dosis de la hormona adecuada puede alterar drásticamente las relaciones en estos mamíferos.

En cuanto a humanos, "algunos experimentos ya han demostrado que una inyección nasal de oxitocina aumenta la confianza y ayuda a entender las emociones de los demás", escribe Young en Nature. Y en Australia se investiga actualmente cómo utilizar esta hormona en spray como apoyo a las tradicionales terapias de pareja.

Por otra parte, recuerda Young, hay que tener en cuenta que el amor no se basa en una sola sustancia. Por ejemplo, algunos estudios han demostrado que las diferencias en un gen llamado complejo mayor de histocompatibilidad (MCH por sus siglas en inglés), que afecta al sistema inmune, puede estar relacionado con la atracción sexual.

De cualquier modo, "los avances recientes en biología sobre vínculos de pareja indican que no pasará mucho tiempo antes de que alguna persona poco escrupulosa meta una poción farmacéutica del amor en nuestra bebida", pronostica Young. "Y si eso sucediera, ¿nos importaría? Después de todo, el amor es locura", reflexiona el investigador